Desde los inicios de la humanidad, la carne de los animales es parte fundamental de nuestra dieta, y desde siempre, las partes no comestibles se han aprovechado para elaborar diferentes objetos, desde pieles para vestirse, tendones para elaborar cuerdas, huesos como herramientas y como armas. Desde siempre, se ha buscado utilizar el animal entero. Un ejemplo muy utilizado de esta transformación, es la elaboración de jabones, que se obtienen al reaccionar sebo animal con lejía. Recordemos que el primer autor que registro esta transformación fue Plinio el Viejo, en el siglo I DC.
A los procesos de transformar subproductos de origen animal en materiales reutilizables, se le denomino Rendimiento, y a medida que se ha modernizado la actividad ganadera, lo ha realizado esta industria. Actualmente, ante el reto que afronta la agricultura para alimentar cada día a 7.5 mil millones de personas en el mundo, todos los sistemas de producción han debido transformarse en sistemas mas eficientes, y en este sentido, la Industria de Rendimiento ha sabido mejorar sus procesos para adecuarse y procesar los subproductos generados por este crecimiento.
Se estima que al sacrificar animales para aprovechar su carne, entre el 30 y el 50 % no es apto para consumo humano y por lo tanto se aprovecha en la industria de Rendimiento. Si consideramos que Latinoamérica es la tercera región con mayores existencias de ganado, incluyendo reses, cerdos y aves, podemos visualizar el reto que afronta esta Industria: procesar un gran volumen de subproductos, conforme a la normatividad vigente y de forma sustentable.